En la habitación se respiraba un perfume familiar,
quizás por el aroma que salía desde la cocina, mezcla de vainilla y café,
mezcla de chocolate y crema, y otra fragancia que no podía describir.
Hogar... eso que ningún aromatizante puede fabricar.
El gran ventanal dejaba entrar la luz exterior
iluminando cada rincón, junto a ella un hombre sentado a la mesa esperaba
extasiado, no era habitual para él estar a esas horas de la mañana en esa casa,
es más hacía mucho tiempo que no visitaba esa familia.
Familia.
Su sueño final más allá de todo, era tener su
familia.
Una voz llego a sus oídos, una risa y luego la
figura de una mujer, pequeña de estatura con una bandeja llena de
delicias.
-Clau no te hubieras molestado cuando dije que
estaba de paso era verdad.
-Ni te imagines que te voy a creer eso estas flaco
Gus tienes que comer.
Esa había sido siempre una broma entre ellos la
delgadez de él a pesar de que comía muy bien.
Cuando tenía doce años había llegado a su
barrio una familia con tres muchachos, para él quien tenía dos hermanas
mayores fue un alivio. Carlos era de su edad e inmediatamente se hicieron
amigos, con el pasar de los años el mejor, cuando se casó con Claudia una amiga
de toda la vida lo adoptaron como parte de su familia, a pesar de que por
diferentes circunstancias especialmente su trabajo últimamente no estaba tan
cerca de ellos como le gustaría.
-Cuéntame como esta Dani.
-En casa, mis hermanas la vuelven loca, sino fuera
una buena niña seria insoportable.
-Y de ella... todavía no hay noticias.
-Nada desde hace cinco años nada, revisaste los
diseños que te mande.
Lo ponía incomodo recordar y por eso prefería
cambiar de tema.
-Si recibí por correo tus modificaciones.
La charla giro en torno al trabajo.
Él tenía una constructora, ella era arquitecta y en
algunas ocasiones trabajaban juntos.
Claudia se dirigió a la computadora que sobre un
escritorio repleto de papeles indicaba que era una zona muy ocupada.
Movió el mouse y una imagen apareció en la pantalla
y lo dejo mudo de la sorpresa.
Tres mujeres lo miraban sonrientes. La del centro
era Claudia, la de la izquierda era una mujer alta, muy rubia, sus cabellos
estaban tomados sobre la cabeza en un moño. Pero no fue ella la que llamo su
atención sino la de la derecha.
No era delgada es más tenía varios kilitos de más,
pero le quedaban fantásticos su pelo castaño rojizo le llegaban bajo los
hombros unos rizos despeinados le daban un aspecto salvaje, sus ojos
castaños estaban iluminados por la risa, sus labios plenos le recordaban lo que
sintió al besarlos.
¿Lo que sintió al besarlos?
Quedo mudo, esa mujer y él tenían una historia, o más
bien él tenía una historia con ella, jamás ni en sus más locos sueños se imaginó
que esa mujer existiera, y para ser sinceros fue en el más loco de los
sueños en que esa mujer era la protagonista.
-¿Quiénes son?- Pregunto cómo al pasar
-Ellas son mis compañeras, nos sacamos esta foto el
año pasado cuando terminamos el curso.
-¿Pero si tú te recibiste de arquitecta hace unos
cinco años?-Le pregunto intrigado.
-Si, pero este es un curso diferente, estudiamos
griego y esa fue la noche de nuestra graduación fue hermoso ¿Por?-
Inmediatamente la parte detectivesca de Claudia salió a relucir.
-No, por nada, conozco a tu familia y no se parecen a
nadie que yo haya visto.
Un fuerte aroma llego desde la cocina algo que
estaba en el horno se estaba quemando, rió al verla correr.
Aprovecho esa interrupción para mirar una vez más la
imagen de la pantalla.
Una imagen vino a su cabeza los recuerdos de una
loca noche de pasión, y era bien loca, hace aproximadamente cuatro años estaba
muy cansado como para pensar, llegó a su casa y miró a Dani dormida en su cuna
y siguió de largo hasta su habitación, se tiró en la cama así como estaba
vestido.
Inmediatamente se quedó dormido, podría jurar que más
que un sueño era algo real, estaba acostado, cansado, pero no por el trabajo. Sino
por algo más emocionante, aun con los ojos cerrados podía sentir el peso de una
cabeza sobre su pecho, el perfume de sus cabellos era a hierbas y entraba como
un estimulante por su nariz llenando sus pulmones de aire fresco.
Toda ella lo estimulaba, una mano acariciaba su
pecho y lo hacía sentir vivo, los dedos se deslizaban picaros por su torso, más
abajo y más. Él abrió los ojos y la miro sonriendo, ella le devolvió la sonrisa
y levanto la cabeza desde su almohada para acercar los labios a su boca. Sabían
a miel, se sentía intoxicado por la emoción, aunque una parte muy pequeña de él
le recordaba que ese solo era un sueño. Otra parte le decía que era una hermosa
realidad. No podía diferenciar que era mentira y que era verdad solo sabía que
sí ese era un sueño era el más fantástico que había tenido en años.
De pronto ella se sentó en la cama sin importarle su
desnudez, apoyo ambos brazos a un costado de sus hombros y así lo miro
divertida, sus pechos llenos rozaban su torso y reía; se acercó hasta él, podía
incluso ver sus ojos como se dilataban por la pasión, una pasión que él
generaba. Y eso lo excitaba.
-Alicia- dijo en un susurro, antes de tomar su
cabeza con una mano y enterrarse en sus labios mientras que con la otra
acariciaba ese cuerpo tan familiar.
El llanto de su hija lo despertó y lo trajo a la
realidad, solo necesito un par de segundos para despabilarse, se levantó y fue
a la cuna, allí susurro palabras tranquilizadoras y canturreo una
conocida canción, eso la calmo.
Volvió a la cama pero ya no pudo conciliar el sueño,
por más que intento no recordaba haber visto en su vida a esa mujer. Nunca más
tampoco, volvió a soñar con ella, por más que lo intento, al punto que se
recordó con sarcasmo que ella no existía, que era solo producto de su
imaginación, pero en un rincón de su mente ella estaba allí, viva, esperándolo.
Pasaron los años y si bien no se olvidó de ella,
renuncio a la posibilidad de que esa mujer fuera real.
Pero la vida sí que daba sorpresas, allí estaba
mirándolo desde la pantalla.
-Alicia- Susurro.
-Qué pena algunas no se pueden salvar, pero unas
cuantas tienen salvación, de que hablábamos- dijo poniendo un plato de unas
demasiado oscuras galletas de vainilla- ¿Del proyecto?
-Sí, pero me contabas de ella… de ellas, de tus
amigas que estudiaban griego
-A si ella es Nora,- Dijo con un suspiro señalando a
la rubia, -Es una mujer fantástica su esposo es militar y viaja por el país con
él, no pierdo contacto con ella le mando mails y hablamos por teléfono seguido,
la otra es Alicia ella es……..
¡Alicia! Sólo escuchar su nombre le hizo perder atención
de todo lo que Claudia contaba.
-¿Me escuchas? -Pregunto molesta la ver que su
compañero tenía su mente en otro lugar
-Si por supuesto, me decías que se llama Alicia,-
hasta pronunciar su nombre le costaba.
-Ella es profesora de Historia, la conocí en una
escuela donde doy clases hace un par de años y nos hicimos amigas, cuando
comenzó el curso nos anotamos, y terminamos juntas, es una mujer maravillosa si
te contara, pero como sé que no es por eso que viniste mejor te muestro los
nuevos diseños.
Le hubiera gustado decirle que estaba equivocada que
le contara más sobre Alicia que quería saber, necesitaba saber. Pero no pudo
decir nada.
La charla siguió su camino por el edificio que
construía hasta que al final enterró a Alicia en el fondo de su mente.
Al terminar, la imagen una vez más lleno la pantalla,
burlándose de él, recordándole que ella existía, que era de verdad y que era
inalcanzable, seguramente tenía familia, quién sabe, lo más probable que esa,
de carne y hueso no se pareciera en nada a la del sueño.
Sólo era la fantasía romántica de un hombre solo.
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