sábado, 21 de marzo de 2015

AMOR A PRIMERA VISTA

Hace unos días atrás en una charla de amigas, ya saben de esas en las que te cuentas todo, nos preguntarnos si creemos en el amor a primera vista.
Y aunque las respuestas de  ellas merecen un capitulo en una novela romántica, el mío merece un lugar en el rincón de los recuerdos.

En la ciudad que vivo, una vez al mes se tiene por costumbre  hacer el cambio de guardia en la casa de gobierno, no tenemos mucha realeza ni protocolos aquí, excepto este magnífico evento. Donde como en el  mejor de los palacios  europeos, los guardias con su uniforme  de gala se presentan ante el gobernador.
A pesar de los años que vivo aquí nunca había lo había visto en persona, hasta que un día por causas que no recuerdo termine a pasos del lugar el día señalado, así que aprovechando el momento, fui, aunque mas no fuera para tachar el tema de mi lista de pendientes.
Sí, tengo una lista con las cosas que quiero hacer antes de morir, todos tenemos una, y si no las tienen ¿Qué esperan?
Era un día primaveral así que tenía mi mejor vestido, y por supuesto el par de zapatos más cómodos que por alguna razón, son también muy sexis.
Me pare en una esquina de la explanada para ver a los soldados desfilar hasta llegar al lugar, me atrajo la atención uno de ellos, que formaba parte de la banda de música, tengo algo con los músicos, éste era el director quien agitaba la batuta con tanta energía y  el grupo a una se movía como si fueran uno solo.
Mi director se dio una media vuelta y me vio, sus ojos me recorrieron de los pies a la cabeza, como si se tratara de Arjona, sentí que me conocía desde la cabeza hasta la punta de los pies.
Me sonrió y procedió a hacerme una seña con los ojos, como diciéndome, espérame allá.
Entre molesta y excitada no cabía en mí de la emoción, era amor a primera vista más rápido de la historia.
Imagino la cara que puse, él  la vio claramente, ya que me hizo un guiño y señalo una vez más con la cabeza para que me dirigiera  hacia el otro lado.
Hoy lo recuerdo y una sonrisa llena mi rostro.
De pronto, el tiempo se detuvo y él comenzó a caminar hacia mí…  y con él, la banda de músicos, desde las cornetas hasta el trombón, todos,  se dirigieron hacia mí.
Y como el mejor paso de comedia comencé a caminar hacia atrás, cada vez más rápido.
El lugar en que me había parado era donde habitualmente la banda se ubicaba, y yo que no lo sabía, lo estaba ocupando.
Allí nació y murió ese amor a primera vista.
Salve decir que no he vuelto a ver al director de la banda, y puedo reír de ello, aunque un escalofrío recorre mi espalda cada vez que veo a un uniformado.